Hablar de Alicante es hablar de mar, de sol que nunca se esconde y de esa brisa que acaricia la piel mientras el olor a salitre se mezcla con el aroma a arroz recién hecho. Aquí, en la terreta, el Mediterráneo no es solo un paisaje, es una forma de vida. Si te acercas a esta joya de la Costa Blanca, prepárate para descubrir rincones donde el tiempo parece detenerse y playas que invitan a quedarse para siempre.
No se puede pisar Alicante sin darse un buen remojo en sus playas, que más que arena y agua, son parte de la identidad de la ciudad. Aquí te dejamos algunas que no puedes perderte:
A dos pasos del casco antiguo y a la sombra del imponente Castillo de Santa Bárbara, el Postiguet es ese lugar donde alicantinos y turistas se mezclan sin distinción. Sus aguas tranquilas y su arena dorada la convierten en un punto de encuentro tanto para los que quieren tostarse al sol como para los que prefieren un paseo con vistas a la Explanada.
Cuando se habla de la playa de San Juan, se habla de kilómetros de arena fina que parecen no acabar nunca. Aquí se viene a jugar a las palas, a probar suerte con el windsurf o simplemente a desconectar con un tinto de verano en la mano. De día, el mar brilla con un azul imposible, y de noche, los chiringuitos se llenan de vida con el sonido de las olas de fondo.
Si el paraíso tuviera forma de cala, sería la Granadella. No está en Alicante ciudad, sino en Jávea, pero cualquier excusa es buena para hacer una escapada. Rodeada de acantilados y con un agua cristalina que parece sacada de un anuncio de vacaciones, es el sitio perfecto para los amantes del snorkel o simplemente para los que buscan un rincón donde el mundo parece desaparecer. Esta es una gran cala para bucear entrando desde playa de infanteria. Si te gusta el buceo quizás deberias explorar otros grandes lugares para bucear en alicante
A solo un paso de El Campello, Muchavista es la hermana de la playa de San Juan, pero con un aire más relajado. Perfecta para familias, para paseos interminables al atardecer y para disfrutar de una fideuà en alguno de los restaurantes cercanos. Aquí se respira ese aire de tranquilidad que solo los pueblos costeros saben ofrecer.
Entre las playas de Alicante y San Juan, queda un cabo rocoso, bastante urbanizado en su gran parte, pero en el cual se logro respetar un poco de terreno virgen cerca del faro. El cabo, como lo conocen los alicantinos, son unas zonas de baño con pequeñas calas, en ocasiones con arena, y salientes rocosos desde los cuales se puede uno bañar sin dificultad con un ambiente más distendido de las típicas playas turísticas Alicantinas. Eso si en verano se llena como todas.
Pero la terreta no es solo arena y mar. Aquí se vive con pasión, con una mezcla perfecta entre la tradición y el ritmo pausado del Mediterráneo. El casco antiguo de la ciudad es un laberinto de callejuelas llenas de historia, donde cada rincón tiene su propio carácter. Desde el Barrio de Santa Cruz, con sus casas blancas adornadas con flores, hasta el Mercado Central, donde el bullicio y los aromas convierten la compra en toda una experiencia sensorial.
El Castillo de Santa Bárbara, omnipresente en lo alto del monte Benacantil, es el guardián de la ciudad. Subir hasta allí no es solo una cuestión de vistas panorámicas, es un viaje en el tiempo que te transporta a siglos de historia y batallas.
Y si de gastronomía hablamos, Alicante no decepciona. Aquí el arroz no es solo un plato, es casi una religión. Desde un arroz del señoret, donde todo viene peladito para no mancharse los dedos, hasta un arroz a banda con ese sabor a mar que se queda en la memoria. Y por supuesto, no puede faltar el turrón, ese dulce que huele a Navidad pero que en Alicante se disfruta todo el año. ¿Conocías los vinos de alicante con denominación de origen?. Te invitamos a degustarlos.
Alicante es más que un destino, es un sentimiento. Es ese lugar donde la vida se saborea sin prisas, donde el sol parece más cálido y donde cada rincón tiene una historia que contar. Ya sea perdiéndote por sus calles, zambulléndote en sus aguas o brindando con un buen fondillón en una terraza con vistas, la terreta siempre deja huella. Porque como dicen aquí, ‘quien viene, repite’. ¿Te animas a descubrir por qué?