En Alicante, el sol se funde con la tierra y el mar en un equilibrio perfecto, creando un paisaje donde el vino es más que una bebida: es una forma de entender la vida. Aquí, cada copa cuenta una historia de viñas viejas acariciadas por la brisa mediterránea, de bodegas que han perfeccionado su arte durante generaciones y de una cultura que no entiende de prisas, solo de disfrute. Alicante no son solo playas.
En esta terreta, donde el Mediterráneo besa la costa con su oleaje tranquilo, se alzan viñedos centenarios que dan vida a algunos de los vinos más emblemáticos de España. Y como no hay nada mejor que brindar con lo mejor de la casa, aquí tienes cinco vinos que te llevarán de paseo por los sabores de Alicante. Todos estos vinos casan perfectamente tanto en comidas, cenas o tapeos informales. Alicante tiene una gastronomía escondida dispuesta a conquistarte.
Dicen los más viejos del lugar que el Fondillón no es solo un vino, es historia embotellada. Este tesoro enológico, elaborado con uva Monastrell sobremadurada y envejecido durante décadas, ha acompañado a navegantes, reyes y poetas a lo largo de los siglos. Su sabor profundo, con notas de frutos secos, caramelo y especias, recuerda a los tiempos en los que Alicante era un puerto de leyenda.
Marídalo con un buen queso curado o, si te quieres dar un capricho, con una tabla de turrón de Jijona. Bodegas como Primitivo Quiles o Bocopa lo producen con la misma devoción que hace siglos.
En las tierras soleadas de Alfaz del Pi, la familia Mendoza ha convertido su bodega en un referente. Su Santa Rosa Reserva es un tinto con alma, una mezcla de Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah que, tras su crianza en barricas francesas, nos regala un vino potente pero elegante, con notas de frutos del bosque y toques especiados.
Perfecto para maridar con un arroz de montaña o un chuletón a la brasa, este vino demuestra que Alicante no solo es cuna de blancos y dulces, sino también de tintos de altura.
Si el paisaje de Alicante tuviera un sabor, seguramente sería el de la Monastrell. Tarima Hill, de Bodegas Volver, captura la esencia de esta uva en cada sorbo. Cultivado en viñas viejas de secano, este vino despliega notas de frutos negros maduros, cacao y toques tostados, con un carácter que deja huella.
Ideal para acompañar un buen arroz de conejo y caracoles o una tabla de embutidos de la sierra de Mariola. Cada trago es un viaje a la tradición vinícola de la terreta.
No todo en Alicante son tintos. Para los días de sol y los aperitivos junto al mar, nada mejor que Marina Alta, de Bodegas Bocopa. Este blanco, elaborado con Moscatel de Alejandría, es como una brisa fresca en pleno verano, con aromas florales y un toque cítrico que enamora.
Sírvelo bien frío y acompáñalo con una tapa de marisco fresco o una buena mojama con almendras. Te transportará directamente a una terraza con vistas al Mediterráneo.
Si buscas un vino que encapsule la potencia y la pasión de Alicante, Triga, de Bodegas Volver, es la elección perfecta. Con una mezcla de Monastrell y Cabernet Sauvignon, este vino de alta gama se cría en barricas francesas para alcanzar una profundidad única, con notas de regaliz, chocolate y frutas maduras.
Ideal para carnes rojas o platos de caza, cada sorbo es una oda a la fuerza del sol y la tierra alicantina.
Brindar con un vino alicantino es brindar con historia, con tradición y con el alma de la terreta. Desde el mítico Fondillón hasta los modernos tintos y blancos, cada botella lleva consigo el carácter de una tierra bañada por el sol y el mar.
Así que ya sabes, la próxima vez que descorches una botella, hazlo con calma, con la brisa mediterránea de fondo y con el espíritu de Alicante en la copa. ¡Salud y buen provecho!
PD: Si vienes por la terreta tanto a las montañas y la naturaleza, como al mar para bucear por Alicante, te aconsejamos aprovechar la ocasión para probar estos vinos